Declararse insolvente: cómo y cuándo puede hacerlo una empresa

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Cómo declararse insolvente es una pregunta que, lamentablemente, se hacen muchos empresarios en España. Según los últimos datos que arroja el Instituto Nacional de Estadística para el tercer trimestre de 2020, el número de deudores concursados aumentó un 1,6% en tasa anual y un 51,0% en tasa trimestral. Además, el 32,7% de las empresas concursadas tienen como actividad principal el comercio y la hostelería.

El pasado mes de septiembre de 2020, se crearon 6.599 sociedades mercantiles. Esto supone un 14% más que en el mismo mes de 2019. Sin embargo, también aumentó el número de sociedades mercantiles disueltas con un total de 1.623 (un 29,3% más que en septiembre de 2019).

Desafortunadamente, esta es la realidad que tienen que afrontar las empresas en nuestro país: una situación en la que el pasivo supera el activo y donde no se puede hacer frente a las obligaciones de pago y demás deuda contraída. Es en estos momentos donde se plantea la cuestión de declararse insolvente.

¿Qué es la insolvencia?

Como hemos comentado en otros posts, la insolvencia empresarial es una situación que afecta a todo el estrato empresarial empezando por el propio empresario, los socios, trabajadores y proveedores. Juntos, deberán afrontarla.

Como consecuencia del enfoque que se le dé a las posibles soluciones, será factible hablar de una supervivencia o continuación del proyecto empresarial, o bien de una situación irreversible.

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Tipos de insolvencia

Dependiendo de los activos o patrimonio del que disponga la empresa y su capacidad para utilizarlos a corto, medio o largo plazo para saldar su deuda, nos encontraremos con dos tipos de insolvencia empresarial:

Insolvencia provisional

  • Cuando la incapacidad de realizar los pagos se produce por un simple efecto de liquidez temporal. Es decir, la empresa no dispone inmediatamente de activos líquidos o liquidables para hacer frente a sus deudas, pero sí dispone de un patrimonio no líquido que pueda servir para solucionar la situación.
  • Cuando a pesar de que la empresa no disponga de recursos suficientes para poder saldar las deudas, consiga por parte de sus acreedores un aplazamiento de pagos, incluso hasta la condonación de parte de la deuda, que le bastará para hacer frente y poner solución a la situación.

Insolvencia definitiva

La empresa no dispone de activos propios suficientes para afrontar sus pagos ni a corto plazo, ni a medio plazo ni a largo plazo. En la contabilidad se verá reflejado que el neto patrimonial es insuficiente o incluso negativo.

¿Qué hacer ante una situación de insolvencia?

Antes de declararse insolvente, conviene tener en cuenta una serie de pasos o consejos a tener en cuenta:

Detectar la insolvencia y establecer ante qué tipo de insolvencia nos encontramos

Desde el primer momento cuando se empiezan a incumplir algunas obligaciones es fundamental que el empresario reaccione de forma preventiva y a tiempo sin esperar a que la situación se agrave. Los incumplimientos pueden comenzar con el impago de obligaciones tributarias, de cuotas de la Seguridad Social o que empiecen a acumularse embargos por ejecuciones pendientes que afectan al patrimonio de la empresa.

Aplicar medidas correctoras

Aplicar medidas correctoras que no agraven la insolvencia y realizaciones de planes de viabilidad.

Alcanzar acuerdos de refinanciación

Tratar de llegar a acuerdos de refinanciación es fundamental, con el fin de que empresas viables puedan mantenerse sin necesidad de acudir al concurso.

Acuerdos transaccionales extrajudiciales

Facilitan alcanzar acuerdos con sus acreedores que no les lleve a solicitar el concurso. Generalmente se realiza a través de acuerdos de quita y espera.

El concurso

Si estas medidas no son suficientes tras declararse insolvente, el concurso puede ser la vía adecuada para reflotar una determinada empresa insolvente o para liquidarla cesando su actividad. Si la aplicación de las medidas de reestructuración que prevé el concurso no permite la viabilidad de la empresa, cabe también ceder el negocio, mediante la enajenación de la unidad productiva o de alguna de ellas. En todo caso, es fundamental el análisis de la viabilidad a efectos de escoger la vía más adecuada.

Ahora bien, antes de solicitar el concurso hay que prever los costes de dicha solicitud va a acarrear. Algunos de esos gastos son los honorarios del abogado y procurador, así como del administrador concursal y otra serie de gastos indirectos como puede ser el Registro Mercantil, etc.

En cualquier caso, el proceso no tiene sentido para deudas en las que los costes de dicho procedimiento sobrepasan a la cuantía de la deuda.

Consecuencias de declararse insolvente

Para solicitar el concurso de acreedores existe un plazo máximo de dos meses, dentro de los cuales se tendrá que realizar la solicitud.

La solicitud del concurso de acreedores es obligatoria, sin perjuicio de la exención actual de presentarlo hasta el próximo 14 de marzo de 2021 y, en caso de no hacerlo, se le podrá declarar culpable a la empresa. En todo caso, es un error pensar que, al declarar una empresa insolvente, su obligación del pago de la deuda cesa.

Una vez se declare una empresa insolvente, solicitará concurso de acreedores en un plazo máximo de dos meses.

El primer paso será la solicitud de insolvencia del negocio. Después, la autoridad judicial competente procederá a realizar un estudio exhaustivo de la empresa, de todos sus activos y pasivos. De esta forma, podrá determinar si realmente la empresa no cuenta con los activos suficientes para hacer frente a sus deudas. A este proceso se le conoce como procedimiento concursal.

Igualmente, la declaración de insolvencia supone un gran problema ya no sólo para la reputación de la empresa en el presente. Esta situación le traerá problemas en un medio plazo, por la falta de credibilidad y garantías a la hora, por ejemplo, de solicitar un crédito a una entidad bancaria.

En definitiva, que una empresa se declare insolvente, será una mejor o peor opción, dependiendo de cada caso concreto. La declaración de insolvencia dota de una serie de ventajas a la empresa: mayores plazos de devolución de la deuda o demora de procesos judiciales. Sin embargo, si una empresa se declara insolvente, esta información queda registrada y publicada, dañando de manera significativa su reputación.

¿Cómo conocer la solvencia de una empresa?

A través de un análisis financiero y económico se podrá analizar el estado de una empresa, de la misma forma que se podrá obtener una visión global de sus fortalezas y debilidades. Este análisis se podrá realizar a dos niveles:

  1. A nivel interno, los datos son útiles para analizar puntos críticos y detectar qué parámetros hay que corregir o vigilar.
  2. A nivel externo, es foco de atención de inversores, entidades financieras, administraciones o proveedores.

¿Cómo hacer un análisis económico financiero?

Para realizar el estudio se toma como fuente los estados financieros que exige el plan general contable, girando el análisis entorno a los siguientes puntos:

  1. Rentabilidad: se analiza el resultado o beneficio obtenido con relación a los recursos disponibles.
  2. Solvencia y liquidez: se diagnostica la capacidad de la empresa para afrontar sus obligaciones de pago. Es un apartado prioritario.
  3. Estructura patrimonial: se estudia la estructura del activo (bienes y derechos) y del pasivo (deudas y obligaciones).

Sin rentabilidad no hay solvencia (solo mientras aguanten los fondos propios), y sin liquidez el proyecto no podrá sobrevivir.

Así, aconsejamos el abogados para insolvencias como el que proporcionamos en este Despacho profesional, desde el momento preciso en que surge una situación de insolvencia empresarial con la finalidad de plantear la estrategia más adecuada y conveniente para proteger los intereses que nos hayan sido encomendados.

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